Cuando alguna persona me pregunta por qué me decidí por Ringana, por qué me decidí por trabajar en el Network Marketing. Mi respuesta es que elegí Ringana para hacer realidad mis sueños.
La mayoría de mis sueños tienen que ver con viajar y conocer las maravillas de este extraordinario planeta. Si echo la vista atrás me puedo sentir afortunada de todos los lugares que he tenido la suerte de conocer y si miro hacia el futuro no puedo más que sentir mariposas en el estómago ante la perspectiva de todos los lugares hermosos que aún están por descubrir.
Y hablando de mariposas, hoy quiero contar algo que muy poca gente sabe. Quiero hablaros de un viaje soñado que se hizo realidad poco antes de la pandemia.

La mariposa monarca es conocida en el mundo entero el increíble viaje que hace todos los años en busca de lugares cálidos donde pasar el invierno. Su viaje se inicia en Canadá y termina semanas después a más de 5000 km en los bosques templados de México. Allí permanece mientras el invierno pasa.
La mariposa monarca suele llegar a México a primeros de Noviembre justamente coincidiendo con la celebración del día de muertos. Digo celebración porque en México es una fiesta donde el color y los sabores dulces hacen del recuerdo de los que ya marcharon algo más llevadero.
Los mexicanos van al cementerio y llevan panes y viandas a sus muertitos, como ellos dicen, y en el estado de Michoacán ocurre el milagro de que aparecen estas mariposas viajeras que vienen de un largo, larguísimo viaje sobre todo considerando que son sus delicadas alas su único medio de transporte. En Michoacán piensan que las monarca son las almas de sus seres queridos, que han venido a visitarles.
Luego suben a los bosques templados y allí se quedan hasta finales de febrero, cuando de alguna forma casi mágica deciden regresar a Canadá. Supongo que toda esa información la tienen guardada en el ADN, pero no deja de sorprender que sepan exactamente lo que tienen que hacer y cuando lo tienen que hacer.
Yo quería ver, conocer, vivir la experiencia de visitar uno de los santuarios monarca que hay en México. Desde siempre me he identificado con esta viajera incansable y formaba parte de mis sueños hacer realidad la experiencia.

El momento idóneo para ir a Valle de Bravo no era agosto, ni siquiera durante la Navidad, típicas fechas en la que podemos la mayoría de nosotros plantearnos un viaje. El momento idóneo es febrero cuando la Monarca está más activa y en periodo de apareamiento.
Es en estas situaciones que agradezco tanto el formar parte de la industria del network marketing. De ser socia de Ringana, una empresa que no solo llena mi corazón por su maravillosa filosofía sino porque me permite llevar la vida que deseo. Me permite realizar sueños como este que dependen no solo del dinero sino de tener tiempo.
Cuando años antes tenía mi negocio de hostelería no se me hubiera ocurrido pensar en la posibilidad de ir a conocer a la monarca, en la época de máximo esplendor, febrero. La hostelería es muy rígida con el tiempo libre. Apenas hay momentos en los que puedes cerrar tu negocio e irte a descansar sin encontrarte a la vuelta que los clientes, mientras tanto, han preferido cambiarse al bar de al lado. Lo cierto es que es un temor que siempre está presente. En la hostelería solemos decir que se tardan semanas en ganar un cliente y un segundo en perderlo. Por experiencia propia sé que así es, y más en Sevilla donde hay tantos bares donde elegir.
Por suerte hace ya siete años que decidí empezar a trabajar con Ringana y desde entonces ya no me he preocupado por tener libre y disponible una fecha determinada. Yo soy quien decide cuando trabajar y cuando no. Esa es una de las grandes ventajas del Network marketing.
El año pasado por estas fechas cumplí mi sueño.
Desde Ciudad de México tomamos un autobús a Valle de Bravo. Un pueblo mágico de calles empredradas en un valle dominado por un lago donde las puestas de sol son tan mágicas como el pueblo y donde no cuesta trabajo creer que el tiempo se detuvo hace décadas. No creo que nadie de allí conozca lo que es el estrés, ni las prisas, ni los altibajos de la vida rápida y moderna de las ciudades. Allí todo está calmo y quieto y silencioso como sin nadie quisiera perturbar el entorno de la monarca, aunque esta está mucho más alto, en la parte más alta de las montañas que rodean el valle.

Después de la duda inicial de no saber cómo llegaríamos al santuario no hubo de que preocuparse porque en Valle de Bravo los taxistas viven de acercar a los turistas hasta donde está permitido llegar con vehículos y desde ese punto iniciar un ascenso empinado de más de una hora. El ascenso hay que hacerlo acompañado de un guía que entre sus competencias está la de concienciar a los turistas del delicado equilibrio de todo un ecosistema que da cobijo a esta heroína viajera.
El ascenso es toda una preciosidad, aunque yo me sentía demasiado nerviosa con lo que estaba a punto de acontecer como para prestar mucha atención a los árboles, pájaros y flores del camino. Mis ojos buscaban a la monarca y todo lo demás lo filtraban, para disfrutar en otro momento.
El esfuerzo de subir valió la pena.
Los rayos de sol empezaban a calentar el ambiente cuando llegamos a una zona donde comenzaba la entrada al auténtico santuario de la monarca, que por suerte para el mundo, está separado por una especie de cuerda ancha que está prohibido cruzar.
Pero realmente no hace falta ir más allá. Desde donde estábamos se veían perfectamente los racimos de mariposas colgando por miles de las ramas de los árboles. Conforme el sol iba calentado, cientos de ellas iniciaban su vuelo matutino en busca de alimento y en el silencio se escuchaba perfectamente el aleteo de cientos y cientos de ellas, que habían empezado a volar sin entender la línea de separación que nos impedía seguir más adelante.

A una monarca que recorre tantos países en su corta vida, definitivamente es imposible hablarle de fronteras o separaciones. Ellas volaban de acá para allá provocando que nuestro corazón se reverenciara ante tanta majestuosidad.
¡Qué momento viví, qué regalo de la vida!
Me senté a aprovechar los minutos que nos dieron antes de que otro grupo de turistas nos obligara a levantarnos y cederles el sitio. 15 minutos por grupo, eso es lo que dan. Al ser el primer grupo de todos (no se puede madrugar más) tuvimos la suerte de poder estar allí casi una hora. Hora que pasó volando. Allí, sentada, las monarca venían a posarse en mis pies, mis rodillas ,mis manos, mi cabeza. Me sentí pequeña y amada por esa frágil mariposa que había hecho algo tan grande como recorrer un continente entero a golpe de alas.
Agradecí tanto, el poder estar allí, el poder vivir esa experiencia única. Agradecí tanto trabajar con Ringana y ser dueña de mi tiempo para poder hacer cosas así.
Agradecí y agradecí todo el tiempo que estuve allí en ese encuentro mágico con mi amiga la viajera.
En ese ciclo de ir y venir de Norteamérica a Centro América la monarca, va a su vez viviendo su propio ciclo de vida. Y la mariposa que un día salió de Canadá no es la misma que meses después regresa ya que sus vidas son cortas. Quien regresa es la cuarta generación de mariposas ¿Y cómo sabe volver? Todo un milagro diría yo.
El taxista nos esperaba. Volvimos a Valle de Bravo y al igual que la monarca, ya no éramos los mismos.

Llegar hasta Valle de Bravo no fue una casualidad de la vida, fue un objetivo totalmente planeado y programado y que me acompañó durante semanas de trabajo.
Reuniones con mi equipo de Ringana, presentación de productos (las famosas Fresh Dates de Ringana) coordinación de los eventos oficiales en mi zona, Andalucía, principalmente Sevilla. Hablar con clientes y futuros socios, todo eso y unos cuantos madrugones fuero el camino directo a Valle de Bravo. Un camino que recorrí con gusto y cuyo momento culminante vale toda una vida. Recuerdo no parar de contarle a todo el mundo mi plan de ir al santuario, mi viaje proyectado anhelado y deseado.
Toda esa espera y todo ese tiempo hicieron todavía más valioso el momento que viví.
Me queda un recuerdo intacto, un buen puñado de fotos y la memoria del sonido de tantas miles de alitas juntas contándome su historia y animándome a seguir adelante, a seguir viajando, a seguir poniendo mis sueños por delante y lanzarme a por ellos sin importarme cuan largo sea el viaje, sin importarme cuan frágiles sean mis alas.
¿Y tú, cuál es tu sueño?
Cuéntamelo, me encantaría conocerlo.Quizás estés buscando una oportunidad para hacerlos realidad.
Y si acaso es ir a ver a la monarca no dudes en preguntarme.
