Un domingo más, el mercadillo de los Bermejales, en Sevilla, se llena de puestecitos que van desde ropa, artesanías, bisutería, compitiendo entre ellos en originalidad y como no, también en precio. Hace más de un año que nos hemos hecho un hueco entre ellos, y nuestra presencia es asidua, hasta el punto que, cuando por cualquier motivo no nos ponemos algún domingo, son los propios vecinos los que se encargan de recordarnos que nos han echado de menos.
Maribel, que lleva más o menos el mismo tiempo haciendo un trasvase entre su antiguo trabajo como repostera y su ascendente carrera con Ringana, es la que se encarga de todo y como no, le resulta imposible aparecer por el mercadillo sin algo dulce con lo que deleitar a los curiosos que se acercan a nuestra mesa.
Unas veces magdalenas, otras pastas de té que casi siempre llevan incluida una buena dosis de polvo de té matcha que les da un sabor muy original. Los que más rápido se aproximan son los niños, detrás vienen los padres. Maribel les ofrece una magdalena. Me encanta las caritas que van poniendo, entre incredulidad y sorpresa. «Toma una, son gratis». Con timidez van aceptando el regalo a la vez que una madre sonriente nos mira dando las gracias. «Son productos naturales cien por cien». Sin saber con certeza si lo que miran son las deliciosas magdalenas o los botecitos de Ringana, la madre de turno se acerca a nosotros mientras una de nosotras se ofrece a dar a probar la crema de manos, o la de pies o un poco de mascarilla mientras que el niño, encantado con la magdalena nos mira buscando la aprobación para una segunda tanda. Finalmente madre e hijo siguen su paseo, algunas veces, previo encargo de algún producto, otras con una revista para leerla en casa e informarse mejor. Muchas nos dan su teléfono para que contemos con ellas para la próxima presentación.
Algunas personas nos han querido comprar las magdalenas y también la gardenia que preside nuestra mesa. «No se vende, lo siento» dice Maribel «¿Y los productos?» «Tampoco, son por encargo, se le entregan recién hechos, como las magdalenas»